¿QUÉ ES LA PSICOMOTRICIDAD?

Sep 8, 2020 | noticias

Actualmente en muchas escuelas infantiles y colegios, se le llama psicomotricidad a una actividad muy similar a lo que conocíamos desde los años 70 como gimnasia: salto a la pata coja, botar el balón, seguir circuitos… según lo que el profesor o monitor dice.

Sin embargo, observamos que aunque la parte referente al cuerpo y movimiento está cubierta… ¿dónde queda el factor emocional o el cognitivo?

La psicomotricidad es una disciplina que se basa en la idea del ser humano como un ser integral, en el que emoción, cuerpo, movimiento y cognición están estrechamente relacionados. De esta forma, un psicomotricista trabaja con el movimiento espontáneo de la persona, integrando las partes anteriormente mencionadas a través del juego. Tradicionalmente, el trabajo psicomotriz se realizaba con niños, actualmente se extiende a adolescentes y adultos con necesidades especiales o como apoyo en salud mental.

¿QUÉ TIPO DE DIFICULTADES PUEDEN BENEFICIARSE DE LA PSICOMOTRICIDAD?

Dificultades en la lectoescritura

Pocas habilidades sociales

Dificultad sensorial o motriz

Tics

Inhibición o timidez

TDAH

Baja tolerancia a la frustración, rabietas, conductas agresivas

Miedos, angustias, tristeza, duelo

Dificultades con el vínculo, como por ejemplo en procesos de adopción

Trastornos del desarrollo

Trastornos del espectro autista

¿CÓMO SE TRABAJA EN PSICOMOTRICIDAD?

Para empezar, debemos diferenciar las dos corrientes dentro de la psicomotricidad:

Por un lado, tenemos la psicomotricidad dirigida, que ya hemos mencionado, y que se asemeja a la antiguamente conocida como gimnasia en la que el profesor plantea situaciones de aprendizaje por medio de las actividades psicomotrices.

Por otro lado, tenemos la psicomotricidad vivenciada o relacional. En ella, el psicomotricista tiene una actitud más facilitadora y de acompañamiento, mediante la que se favorece que la persona movilice sus recursos ante las situaciones que van surgiendo y planteando.

Vemos que lo psicomotor como referencia al cuerpo y al movimiento es la característica común, pero lo RELACIONAL, es la gran diferencia. La psicomotricidad vivenciada es una práctica que favorece el desarrollo global de la persona a través del cuerpo, el movimiento libre y espontáneo en sus interacciones con el entorno y con las personas. El trabajo en sala se basa en una intervención indirecta centrada en el respeto y la escucha activa.

Desde CPL nos decantamos por el trabajo en esta última línea. Nuestros profesionales cuentan con una formación amplia y sólida que incluye disciplinas como la pedagogía, la psicología del desarrollo y la educación. Hacemos un profundo trabajo de análisis personal y profesional en cada intervención y trabajamos junto con otros profesionales para adaptarnos lo mejor posible a cada niño.

Todo lo que hacemos y decimos en la sala tiene un sentido y no jugamos con el niño, sino PARA el niño.

Para finalizar, os invitamos a hacer una pequeña reflexión:

Podemos decir que la relación es el pilar fundamental en nuestra vida. Si nos observamos, nos daremos cuenta de que dependemos de las relaciones que establecemos. Una buena relación de pareja nos da felicidad, tener buena relación con los compañeros de trabajo nos motiva en la tarea… Y si pensamos en cómo nos relacionamos, veremos que el cuerpo es la llave que abre toda puerta de relación:

¿Qué ocurre si no nos apetece estar con alguien? Nuestro cuerpo se tensa en señal de rechazo.

Sin embargo, ¿cómo está nuestro cuerpo al ver a nuestros hijos, o a alguien querido? Una gran sonrisa en la cara, los ojos bien abiertos y el cuerpo dispuesto a recibir y dar amor.

Nos construimos en la relación con el otro, desde el cuerpo. Y los niños todavía más, porque el lenguaje aún no es su herramienta de comunicación principal. Por eso, la psicomotricidad relacional ayuda al niño a ponerse en relación, y con ello, a afrontar lo mejor posible situaciones que se van a repetir durante toda su vida.

Los niños y niñas necesitan expresar todo lo que tienen dentro. Alegría, rabia, miedo, tristeza, frustración… En la sala de psicomotricidad no hay un estándar para hacer las cosas. No se hacen las cosas “porque toca”. Saltan, gritan, corren, hacen volteretas, juegan solos y en grupo, recuerdan a mamá pero se reaseguran de la ausencia en su juego, se enfadan, lloran y se recomponen. Cada acción surge de lo más profundo de cada niño, respondiendo a su propia necesidad. El psicomotricista valora cada gran paso que el niño da en su evolución, confiando siempre en él.

“Mediante la psicomotricidad vivenciada, ayudamos al niño a ponerse en relación con su propio cuerpo, con el espacio, con los objetos, con el adulto y con sus iguales para favorecer un desarrollo completo y adecuado.”